viernes, 10 de abril de 2015

La Novela

      Me desperté con un fuerte estruendo, parecía que me encontraba en mitad de la guerra de Vietnam, sin embargo solo era el despertador. Mis ánimos y mi cansancio no eran los apropiados para encarar un  nuevo día de trabajo. Al asomarme a la ventana comprobé que el día iba en consonancia con mi estado de animo. Se podía decir que llovía a mares.

      Como todas las mañanas me disponía a preparar una gran taza de café, cuando una llamada me interrumpió:

      - Buenos días agente Johnson, soy el agente Spencer. Tengo malas noticias. Su compañera la agente Hollis a desaparecido.

      - No puede ser. Estuve con ella ayer hasta las diez de la noche.

      - Hemos recibido una llamada de su marido, diciendo que no llego a casa. Reuna se de inmediato con el inspector Mason en casa de Hollis. Allí les espera su marido.

      La noticia me cayó como un mazazo. No lo podía creer. Mi relación con Jane era excelente. Nos conocimos en la academia cuando apenas eramos unos críos. La noche anterior nos despedimos como cualquier otro día. La investigación de la banda de narcos iba viento en popa, nos estábamos acercando al pez gordo. Nunca hubiese imaginado nada parecido.

     Al llegar a la zona residencia donde vivía Jane, me encontré de bruces con el inspector Mason. Su cara de pocos amigos no auguraba nada bueno. Al bajarme del coche pude observar la ranchera de Jane aparcada fuera de casa con la puerta del piloto abierta. Algo no pintaba bien.

      Tras una breve conversación con Mason, llamamos a la puerta de la casa. Al abrirse, la cara de Peter, el marido de Jane, era todo un poema. Entre sollozos solo pudo decir "encuentra la" ...

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